UN DOCUMENTO CURIOSO SOBRE EL PALACIO DE LOS CÁRDENAS EN TORRIJOS
Recientemente
me llegó una fotocopia de un documento muy interesante proporcionada por un
amigo conocedor de mi interés de todos los asuntos referentes a Torrijos, a sus
personajes, sus historia, sus edificios y su cultura. Desde aquí le doy las
gracias, pues merece que semejante documento se conozca por los torrijeños.
La situación del palacio a
comienzos del siglo XX que se encontraba en la plaza de España estaba a punto
de enajenarse y demolerse por los propietarios con el consiguiente perjuicio
para el patrimonio histórico y artístico de Torrijos, cosa que posteriormente
se llevó a efecto con el consiguiente perjuicio para nuestro acervo cultural e
histórico.
” histórico palacio de los duques de
Maqueda, construido a fines del siglo
XV.”
La primera parte consta de dos partes, siendo la primera una comunicación de la Comisión de Monumentos de Toledo remitió un oficio el 31 de junio de 1901 dirige un oficio al Gobernador Civil para que encareciera al alcalde de Torrijos la suspensión del derribo del que denominan
La segunda parte es
un comunicado del Ministro de Instrucción Pública mediante una Real Orden del
30 de mayo de 1902, en el que pide que “con
la mayor urgencia posible informe la Academia (de la Historia) si el palacio de
Torrijos en la villa del mismo nombre reúne las condiciones exigidas para ser
declarado Monumento Nacional”.
El informe fue remitido al miembro de la Real Academia,
Juan Catalina García, (Salmeroncillos de Abajo, Cuenca; en Madrid el 24 de noviembre de 1845 – y falleció en 1911) fue arqueólogo, historiador, bibliógrafo y senador español. Es decir, una
personalidad en todos los aspectos.
El Informe dice lo siguiente:
“He recibido la orden del Director de la Academia de informar
con la posible urgencia sobre si procede declarar monumento nacional el
castillo o palacio de Torrijos. En una ocasión semejante he expuesto que cuando
vengan a la Academia peticiones de esta índole deben reclamarse aquellos datos
más interesantes y necesarios que son de considerar para que el informe de la
Corporación sea fundado y justo.
Pocas veces acompañan a la petición estos datos
indispensables para formar un juicio perfecto, mas en el caso presente viene la
demanda en absoluto escrita, sin antecedentes históricos de ninguna especie,
sin dibujos, fotografías, planos y alzada. Ni aun siquiera consta a quien
pertenecía el edificio ni su estado de conservación.
La
Academia puede y aun debe investigar cuanto toca a la historia de los
monumentos, sea a vista de ojos, que fuera lo mejor, sea con auxilio de láminas
y planos, no está en condiciones de informar con acierto sobre el criterio artístico y arqueológico de
los edificios. Puede suceder que acerca de ellos se haya escrito y que se haya
escrito bien: que existan libros, láminas y fotografías, pero esto no basta
sino son ahora para conocer y apreciar el estado presente y declarar si
merecerá o no el dictado de nacionales y las ventajas y preferencias que van aneja a esta declaración por
ministerio de la ley.
Mas,
aun prescindiendo de esto en lo que corresponde al palacio de Torrijos, de las
noticias que de él tiene resueltas que su representación en el orden
histórico no es tan alta que merezca la susodicha declaración y lo mismo sucede
cuanto a su valor artístico y arqueológico, pues aun cuando lo decoran una
bella portada y excelentes artesonados, no son suficientes estos elementos para
merecer tan singular honra como la merecen otras construcciones que ya la
alcanzaron y muchas que la esperan con mayor justicia que el palacio de Torrijos.
En
esto también reitera su parecer, otras veces expuesto, de que solo deben ser
declarados monumentos nacionales aquellos que por su interés histórico
eminente, por representar de un modo especial y soberano un aspecto del arte y
por ser urgentísimo el arrancarlos de grandes riesgos y quizás de la
destrucción, recaban por derecho propio una honra que de ley no concede a toda
clase de monumentos.
Propongo,
pues, a la Academia que informe al
Gobierno que no procede la declaración de monumento nacional a favor del
palacio de Torrijos.
Madrid,
20 de junio de 1902”
………………
Tiene razón el Académico en manifestar su oposición
a la declaración del palacio como Monumento Nacional, pues los informes
aportados no son lo suficientemente
descriptivos como para tomar una decisión tan importante.
Pero yerra el mencionado historiador Juan Catalina
García en tomar una decisión tan arriesgada y expeditiva sin solicitar previamente
los mencionados informes, planos, dibujos, fotografías, etc, antes de negar la
declaración de Monumento Nacional, que aunque hubiesen retrasado el envío del
informe habría servido para hacerse una idea de la realidad y de esa manera
evitar que se produjera el desastre patrimonial de Torrijos.. Todo ello por lo nefasto que ha sido para la historia de
Torrijos, para su patrimonio histórico-artístico y para el turismo que habría
proporcionado la permanencia de este edificio señorial.
Lo arriesgado de su informe dio ocasión a que los
propietarios pudieran enajenar y como consecuencia demoler un edificio de tan singulares
características renacentistas y mudéjares.
Semejante imprudente informe supuso que un palacio
histórico donde tantos importante actos tuvieron lugar, donde tantas
importantes personalidades se alojaron y que tan bellísimos artesonados,
escaleras, columnas, salones, patios y demás dependencias pasasen del Arte y de
la Historia a la construcción de otros edificios o fuesen sus bellos
artesonados vendidos a diferentes instituciones, unos en España, otros en
diferentes países que supieron apreciar mejor el valor artístico e histórico de
lo que el palacio atesoraba.
Con este artículo trato de manifestar mi más rotunda
repulsa el informe del Académico así como disminuir su categoría profesional
por no haber sabido apreciar el valor del mencionado palacio.
A
veces los Académicos y catedráticos adolecen del mínimo rigor y lanzan informes
y opiniones sin darse cuenta del daño y perjuicio que ofrecen a una población y
a sus elementos históricos y artísticos.
Algo semejante estuvo a punto de suceder con el
palacio de Pedro I cuando aparecieron por Torrijos en junio de 1979 unos
catedráticos, cuyos nombres no me resisto a citar, Don Felipe A. Calvo
(catedrático de la Universidad Complutense,
y don Bartolomé Escandel Bonet, catedrático de Universidad de Alcalá de
Henares, que informaron sobre el estado del mismo y manifestaron que sería “muy costosa la reconstrucción del edificio,
por lo que se mostraban partidarios de que fuera derribado teniendo en cuenta
el estado en que se encuentra”.
Cuando en una sesión del ayuntamiento celebrada el
26 de junio de 1979 se trató sobre este delicado asunto intervine para mostrar
mi desacuerdo con esas opiniones, por lo que no me resisto a reproducir lo que
manifesté en esa ocasión y que se encuentra en las actas del ayuntamiento: “Interviene a continuación el segundo
teniente de alcalde, Sr. Ruiz-Ayúcar expresando su enérgica oposición a que
desaparezca un edificio que constituye un importante testimonio de la historia
de Torrijos, por lo que no le sirven ninguno de los argumentos que ha
escuchado, sean quienes fueren los señores que los han emitido y cree que debe
hacerse lo imposible porque se conserve el antiguo convento de las
concepcionistas, ya que una obra de esas características pertenece a toda la
sociedad torrijeña y puede destinarse a casa de cultura, biblioteca u otros
usos que beneficien a la población”.
Afortunadamente, la Corporación torrijeña, entonces
presidida por Don Santiago Longobardo, no apoyó esa medida propuesta por los
catedrátios y hoy día contamos con un edificio que es la envidia de muchas
poblaciones y hace que Torrijos sea visitado por numerosas personas en
recorrido turístico. Edificio adquirido y restaurado en tiempos del alcalde
Miguel Ángel Ruiz-Ayúcar y transformado en ayuntamiento en tiempos de la
alcaldesa Mercedes Giner.
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