Un Viernes Santo merece recordar la muerte de Cristo. Por ello presento dos bellos sonetos, uno de Lope de Vega, verdadero maestro del soneto, con numerosos escritos religiosos.
Otro soneto es uno de los más conocidos de la literatura española. Parece ser que fue escrito por Antonio de Rojas, pero mejor será dejarlo como anónimo. Es, tal vez el soneto que todo el mundo ha escuchado alguna vez, y que tiene una belleza pocas veces (o ninguna) lograda.
LOPE DE VEGA
SONETO
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos
poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y
dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies
hermosos.
Oye, pastor, pues por amores
mueres,
no te espante el rigor de mis
pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis
cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies
clavados?
...........................
ANTONIO DE ROJAS (1585-1650)
Soneto a Cristo Crucificado
No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el
verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, en tal
manera,
que aunque no hubiera cielo yo te
amara
y aunque no hubiera infierno te
temiera;
No me tienes que dar porque te
quiera,
porque aunque cuanto espero no
esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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