LA VIDA POLÍTICA ESPAÑOLA
La vida parlamentaria, en todos los parlamentos, se está
convirtiendo en un centro de indecencia verbal. Las expresiones soeces, toscas y de una ordinariez
sin límites hace que el españolito de a pie se sienta lleno de zozobra y desasosiego
ante frases tan chabacanas y cerriles que hacen pensar que nuestros
representantes son incapaces de mostrar el menor signo de educación
parlamentaria. Representantes que llaman al presidente del gobierno “indecente”
ante millones de espectadores es de una gravedad jamás vista en la vida social
española.
Que un parlamentario acuse a un ex presidente del
gobierno de haber sido el responsable de la organización de los GAL y haber
quemado en cal viva a un ciudadano, es una imputación que alcanza lo delictivo,
cuando lo más sencillo es ir al juzgado de guardia y presentar una denuncia por
semejante acto criminal. Pero el chiquillo que pronuncia semejante acusación no
merece estar representando a varios millones de españoles que se sienten
avergonzados de tener un representante de semejante calidad política.
Y que un parlamentario se atreva a llamar “golfos” a un grupo
político en la asamblea de Madrid y se niegue a retirar esas palabras indica la
categoría moral, educativa y política de semejante individuo. Pero cuando nos
enteramos de que pertenece al mismo grupo que usa el idioma español para
utilizarlo de semejante estilo verdulero (con perdón para ese grupo trabajador)
indica a la altura que hemos llegado en la vida política española.
Y el colmo es la desvergüenza de ver cómo dos
diputados nacionales se morrean ante todo un mundo de espectadores de
televisión, y ante un parlamento que ha descendido a las cloacas más inmundas
que imaginarse puedan. Y siempre son los mismos, los representantes de una
extrema rabiosa, energúmena, delirante y llena de odio hacia todo lo que no
represente su ideología dictatorial.
Y si nos desplazamos a la periferia mediterránea, a esa
tierra tan llena de virtudes y de belleza, como es Cataluña, nos encontramos con actitudes casi
delincuentes de los representantes de ese pueblo tan lleno de virtudes y de
personajes que han dado gloria a la cultura española en tantos aspectos, pero
que ahora vuelven chabacano a este mismo pueblo, pues se atreven a desobedecer
la sentencia del Tribunal Constitucional indica hasta donde hemos llegado en la
vida política española.
Afortunadamente no todos los grupos son de estilo tan agraz,
de inmadurez política y personal.
Esperemos que todo esto no nos lleve a situaciones peligrosas
y que encontremos en la calle las revueltas que nos lleven adonde nadie desea.
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