TORRIJOS EN LA RED

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martes, 25 de marzo de 2014

SUÁREZ
Comenzaré por decir que nunca voté a Suárez porque en las elecciones que se presentó yo representaba a la formación de Alianza Popular.  Se puede decir que las diferencias ideológicas eran mínimas, mejor dicho no existían. Y la prueba es que cuando desapareció UCD la inmensa mayoría de los pertenecientes a ese grupo pasaron a formar parte de AP. 
   Suárez procedía del franquismo donde ocupó importantes cargos políticos, lo mismo que el resto de los componentes de su grupo, pero tuvo la inmensa habilidad de saber desterrar esa forma de pensar y adaptarse a las circunstancias de los tiempos que se avecinaban.
   Esa fue su gran habilidad, su genial actitud y sabia decisión: saber dar de lado el pasado y acomodar a la sociedad española a una nueva forma de pensar y actuar. Para ello tuvo que soslayar escollos  delicados y difíciles. El más importante de todos convencer a los procuradores de las cortes y a los miembros del Consejo Nacional del Movimiento, que tenía su sede en el actual Senado, de la necesidad de hacerse el haraquiri y suicidarse políticamente. Lo cual también una actitud digna de tenerse en cuenta, pues caso de haberse negado la situación se habría complicado de forma peligrosa.
    Otra faceta importante fue la legalización del Partido Comunista, dirigido por Santiago Carrillo, pues había quienes repugnaban de esas siglas.
       También contó con la colaboración de personas de la importancia de Manuel Fraga que supo dar importantes impulsos para la redacción de la Constitución y llevar a la democracia a personas
difíciles de convencer.
    Para mi, como para muchos, Suárez fue una persona que seducía con su voz agradable, su mirada tierna, y su sonrisa encantadora, lo que le hacía ser una persona muy atractiva.
     Sin embargo no era un parlamentario de altura, pues tenía fallos importantes en economía y en capacidad de improvisar discursos. Por ello en numerosas ocasiones sus intervenciones fueron sustituidas por Abril Martorel.
    Pero tenía una habilidad especial para convencer en el despacho a quienes se reunían con él. Sabía "encantar" a sus visitantes y mostrarles sus muchas cualidades para convencer, que no vencer.
    Un hombre al que hay que agradecer sus muchos aciertos en momentos muy difíciles y darle el valor que merece. Fue un hombre bueno, sagaz, astuto, y valiente en muchas ocasiones en que había que mostrar entereza y saber sacar pecho para las decisiones que se debían tomar.
   Por ello todos debemos reconocer sus muchos valores y agradecerle lo logrado. 


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