TORRIJOS EN LA RED

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viernes, 21 de febrero de 2014

EL PALACIO DE LOS CÁRDENAS


UN DOCUMENTO CURIOSO SOBRE EL PALACIO DE LOS CÁRDENAS EN TORRIJOS

Recientemente me llegó una fotocopia de un documento muy interesante proporcionada por un amigo conocedor de mi interés de todos los asuntos referentes a Torrijos, a sus personajes, sus historia, sus edificios y su cultura. Desde aquí le doy las gracias, pues merece que semejante documento se conozca por los torrijeños.
                La situación del palacio a comienzos del siglo XX que se encontraba en la plaza de España estaba a punto de enajenarse y demolerse por los propietarios con el consiguiente perjuicio para el patrimonio histórico y artístico de Torrijos, cosa que posteriormente se llevó a efecto con el consiguiente perjuicio para nuestro acervo cultural e histórico.
             ” histórico palacio de los duques de Maqueda, construido  a fines del siglo XV.”

   La primera parte consta de dos partes, siendo la primera una comunicación de  la Comisión de Monumentos de Toledo remitió un oficio el 31 de junio de 1901 dirige un oficio al Gobernador Civil para que encareciera al alcalde de Torrijos la suspensión del derribo del que denominan
La segunda parte  es un comunicado del Ministro de Instrucción Pública mediante una Real Orden del 30 de mayo de 1902, en el que pide que “con la mayor urgencia posible informe la Academia (de la Historia) si el palacio de Torrijos en la villa del mismo nombre reúne las condiciones exigidas para ser declarado Monumento Nacional”.
El informe fue remitido al miembro de la Real Academia, Juan Catalina García,  (Salmeroncillos de Abajo, Cuenca;  en Madrid el 24 de noviembre de 1845  y  falleció en 1911) fue arqueólogo, historiador, bibliógrafo y senador español. Es decir, una personalidad en todos los aspectos.
El Informe dice lo siguiente:
“He recibido la orden del Director de la Academia de informar con la posible urgencia sobre si procede declarar monumento nacional el castillo o palacio de Torrijos. En una ocasión semejante he expuesto que cuando vengan a la Academia peticiones de esta índole deben reclamarse aquellos datos más interesantes y necesarios que son de considerar para que el informe de la Corporación sea fundado y justo.
Pocas veces acompañan a la petición estos datos indispensables para formar un juicio perfecto, mas en el caso presente viene la demanda en absoluto escrita, sin antecedentes históricos de ninguna especie, sin dibujos, fotografías, planos y alzada. Ni aun siquiera consta a quien pertenecía el edificio ni su estado de conservación.
La Academia puede y aun debe investigar cuanto toca a la historia de los monumentos, sea a vista de ojos, que fuera lo mejor, sea con auxilio de láminas y planos, no está en condiciones de informar con acierto  sobre el criterio artístico y arqueológico de los edificios. Puede suceder que acerca de ellos se haya escrito y que se haya escrito bien: que existan libros, láminas y fotografías, pero esto no basta sino son ahora para conocer y apreciar el estado presente y declarar si merecerá o no el dictado de nacionales y las ventajas  y preferencias  que van aneja a esta declaración por ministerio de la ley.
Mas, aun prescindiendo de esto en lo que corresponde al palacio de Torrijos, de las noticias que de él tiene resueltas que su representación en el orden histórico  no es tan alta que  merezca  la susodicha declaración y lo mismo sucede cuanto a su valor artístico y arqueológico, pues aun cuando lo decoran una bella portada y excelentes artesonados, no son suficientes estos elementos para merecer tan singular honra como la merecen otras construcciones que ya la alcanzaron y muchas que la esperan con mayor justicia que el palacio de Torrijos.
En esto también reitera su parecer, otras veces expuesto, de que solo deben ser declarados monumentos nacionales aquellos que por su interés histórico eminente, por representar de un modo especial y soberano un aspecto del arte y por ser urgentísimo el arrancarlos de grandes riesgos y quizás de la destrucción, recaban por derecho propio una honra que de ley no concede a toda clase de monumentos.
Propongo, pues, a la Academia que  informe al Gobierno que no procede la declaración de monumento nacional a favor del palacio de Torrijos.
Madrid, 20 de junio de 1902”
………………
Tiene razón el Académico en manifestar su oposición a la declaración del palacio como Monumento Nacional, pues los informes aportados no son lo suficientemente  descriptivos como para tomar una decisión tan importante.
Pero yerra el mencionado historiador Juan Catalina García en tomar una decisión tan arriesgada y expeditiva sin solicitar previamente los mencionados informes, planos, dibujos, fotografías, etc, antes de negar la declaración de Monumento Nacional, que aunque hubiesen retrasado el envío del informe habría servido para hacerse una idea de la realidad y de esa manera evitar que se produjera el desastre patrimonial de Torrijos.. Todo ello por lo  nefasto que ha sido para la historia de Torrijos, para su patrimonio histórico-artístico y para el turismo que habría proporcionado la permanencia de este edificio señorial.
Lo arriesgado de su informe dio ocasión a que los propietarios pudieran enajenar y como consecuencia demoler un edificio de tan singulares características renacentistas y mudéjares.
Semejante imprudente informe supuso que un palacio histórico donde tantos importante actos tuvieron lugar, donde tantas importantes personalidades se alojaron y que tan bellísimos artesonados, escaleras, columnas, salones, patios y demás dependencias pasasen del Arte y de la Historia a la construcción de otros edificios o fuesen sus bellos artesonados vendidos a diferentes instituciones, unos en España, otros en diferentes países que supieron apreciar mejor el valor artístico e histórico de lo que el palacio atesoraba.
Con este artículo trato de manifestar mi más rotunda repulsa el informe del Académico así como disminuir su categoría profesional por no haber sabido apreciar el valor del mencionado palacio.
A veces los Académicos y catedráticos adolecen del mínimo rigor y lanzan informes y opiniones sin darse cuenta del daño y perjuicio que ofrecen a una población y a sus elementos históricos y artísticos.
Algo semejante estuvo a punto de suceder con el palacio de Pedro I cuando aparecieron por Torrijos en junio de 1979 unos catedráticos, cuyos nombres no me resisto a citar, Don Felipe A. Calvo (catedrático de la Universidad Complutense,  y don Bartolomé Escandel Bonet, catedrático de Universidad de Alcalá de Henares, que informaron sobre el estado del mismo y manifestaron que sería “muy costosa la reconstrucción del edificio, por lo que se mostraban partidarios de que fuera derribado teniendo en cuenta el estado en que se encuentra”.
Cuando en una sesión del ayuntamiento celebrada el 26 de junio de 1979 se trató sobre este delicado asunto intervine para mostrar mi desacuerdo con esas opiniones, por lo que no me resisto a reproducir lo que manifesté en esa ocasión y que se encuentra en las actas del ayuntamiento: “Interviene a continuación el segundo teniente de alcalde, Sr. Ruiz-Ayúcar expresando su enérgica oposición a que desaparezca un edificio que constituye un importante testimonio de la historia de Torrijos, por lo que no le sirven ninguno de los argumentos que ha escuchado, sean quienes fueren los señores que los han emitido y cree que debe hacerse lo imposible porque se conserve el antiguo convento de las concepcionistas, ya que una obra de esas características pertenece a toda la sociedad torrijeña y puede destinarse a casa de cultura, biblioteca u otros usos que beneficien a la población”.

Afortunadamente, la Corporación torrijeña, entonces presidida por Don Santiago Longobardo, no apoyó esa medida propuesta por los catedrátios y hoy día contamos con un edificio que es la envidia de muchas poblaciones y hace que Torrijos sea visitado por numerosas personas en recorrido turístico. Edificio adquirido y restaurado en tiempos del alcalde Miguel Ángel Ruiz-Ayúcar y transformado en ayuntamiento en tiempos de la alcaldesa Mercedes Giner. 

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