¿AHORA QUÉ…?

¡¡¡ facha, cabrón, nazi, fascista!!! Y no digo nada si quien lo hubiese pronunciado hubiera sido Rajoy, el parlamento se habría venido abajo. Las emisoras de radio, especialmente la SER; las cadenas de televisión, especialmente la Sexta o la Cuatro arderían de odio. Y si fuesen algunos medios periodísticos sucedería algo semejante.
Ya se sabe que la gente de
izquierdas puede pronunciar los términos que le vengan en gana, insultar con
los insultos y denuestos más incalificables. La izquierda tiene patente de
corso para insultar sin que nadie ni ningún medio le llame mal hablado y le
corrija las expresiones o le diga que esas palabras o término no son adecuados
para un parlamentario.
¿Se imaginan que un político del
PP se morreara en el Congreso con otro político próximo a su ideología? El
alboroto sería espectacular; el festín informativo sería de los que hacen
época. El Pequeño Wyoming crecería; García Ferreras echaría baba de gusto; Ana
Pastor le despellejaría.
Mientras los actos de uno son
bromas sin importancia, esos mismos comportamientos de otros son repugnantes,
mugrientos, impresentables en un político. Si Rajoy hubiese acusado a Felipe
González de ser el jefe del GAL y haber abrasado en cal viva a alguien, los
medios, todos, todos, todos se habrían echado sobre él para asestarle los palos
jamás dados a político algunos. Pero como lo ha dicho un niñato asqueroso de
izquierda extrema, un ser turbio y con la boca llena de expresiones
impolíticas, soeces e impúdicas pues todo se le perdona, y se dice que es
libertad de expresión. Y el presidente del Congreso calla y nada le dice.
Anguita diría las palabras arriba
escritas "¿ahora qué, hijos de
puta?".
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